PÁGINAS AL VIENTO  -  Pinceladas de tinta           PANEL CENTRAL

Volver a nacer

Vicente Herrera Márquez

 

Desde que reaprendí a vivir, ya con unos cuantos años a cuesta, después de haber sufrido un infarto al miocardio, trato de no mirar ni escribir desde un plano superior, sino que lo hago desde el nivel del suelo que es el nivel del primate que soy.

Podré saber miles de cosas, entender las ciencias, comprender las religiones, saber mucho de las especies que habitaron y habitan la tierra, estar de acuerdo o no con postulados de eruditos pensadores y a la vez creer o no en personajes y/o deidades pseudo superiores creados a imagen del primate más avanzado que llamamos hombre;  en fin, podré creer y saber o no y a su vez también podré postular nuevas hipótesis e incluso inmiscuirme en teorías que traten de buscar las incógnitas de la vida e incluso otras que expliquen si el origen de todo fue a la sombra de un manzano en un  paraíso o a la sombra de un gigantesco hongo de una explosión nuclear… pero me detengo, miro a mi alrededor y pienso.

Pienso, divago y escribo: En la escala evolutiva de las especies soy un hombre, en la escala evolutiva del hombre soy un macho y en la escala evolutiva del macho soy un animal un poco más evolucionado que otros primates que para diferenciarlos de nosotros los denominamos  monos y que según lo que veo, leo, palpo y siento son bastante más desarrollados e inteligentes que yo, y no digo nosotros los humanos, para no herir la susceptibilidad de mis congéneres, puesto que muchos tenemos dermis delicada y no aceptaríamos las palabras de un primate que se cree, sólo se cree,  un poco más evolucionado que sus primos: Orangután, Bonomo, Gorila y Chimpancé....

Por lo que pienso digo que  después del infarto y el quirófano nací de nuevo, me volví a parar en mis dos pies y recomencé a crecer sólo hasta alcanzar la estatura de un hombre normal, sin pretender ser nada más que eso y olvidarme por completo del superhombre que me creía hasta antes del accidente vascular.

Después de un tiempo de ese evento repentino e inesperado  jubilé, dejé de fumar, seguí trabajando sin el apremio de antes, me hice amigo inseparable del computador  y comencé a escribir juntando todas las letras y palabras dichas o escritas en la vida anterior, acompañándome del mejor vino tinto que permite mi escuálido bolsillo.

Ya había cumplido cincuenta y cinco años cuando volví a nacer y al día de hoy ya sumo veintitantos más.

Hoy sigo habitando en el ámbito de la correlación espacio/tiempo que me tocó en el reparto y en ese espacio pienso, divago y escribo. Mientras lo hago, veo, siento y vivo el universo que me rodea con sus momentos de alegría y también de dolor o de luz/oscuridad, siempre transitando por el sendero abrupto que me lleve a descifrar y ojalá entender la gran incógnita que nos mantiene con ansias de saber.



Incluido en el libro: Pinceladas de tinta, inquietudes, divagaciones y otros.
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