PÁGINAS AL VIENTO - Poemas | PANEL CENTRAL |
Sentimiento marinero
Vicente Herrera Márquez
Este puerto tiene hilos invisibles
enlazados con nudos
marineros
a los palos que sostienen las viejas velas
amigas de todos
los mares,
que lucen corazones dibujados
por manos de muchas sirenas
bellas
que quisieron quitarle al mar
su navegante predilecto.
Pero este, cómplice de estrellas,
siempre rompió amarras
pasajeras
y con viento de popa, sin pensar,
enfiló buscando lejanos
horizontes.
Hoy la razón me grita que debo ponerme
el traje de marino y
levar anclas,
otear el horizonte, escudriñar en las
estrellas,
oler la dirección del viento y hacerme a la mar.
Pero el corazón se aferra
a este puerto y no quiere partir.
Las velas impacientes
están excitadas por vientos de
aventura,
y hacen fuerza en los cabos
que retienen la estructura de mi
barca
amarrados a las bitas del muelle,
que nos tiene atrapados
y…
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Un día claro del mes
propicio,
en un año cargado de incertidumbres,
el azar guió mi velero a este puerto
con un mundo nuevo a mi
mirada.
El catalejo ampliado en panorámica,
divisó dorada cabellera
al viento,
ojos color verde mar con reflejos de cielo,
escudriñando mar
tranquilo
y rojos labios temblorosos e insinuantes,
prologando
tormenta de verano.
Mi alma marinera revivió
ante aquella tentación de puerto
nuevo,
mi destino estaba allí, por lo tanto,
lanzando al tapete una
carta de ilusión
y con brisa de barlovento,
vista fija en la orilla y mano firme en el timón;
quilla, proa y velas buscaron,
muelle de descanso para la
nave, en olas quietas
y para solaz del marinero,
en aquella visión que anunciaba,
final de soledad.
El muelle esperaba el atraque del velero
ansioso de puerto
abrigado.
La dueña de la dorada cabellera,
mirada de mar tranquilo y
labios de tormenta,
esperaba al marinero curtido por viento y sal,
sediento de
ron, ávido de caricias,
y además atrevido, que ansiara navegar
borrascas y erradicar
soledades.
Marinero y velero
cargados con mil millas
de mar bravío y de viento sur,
aceptaron la quietud del molo de abrigo
y el desafío de
aventura en tierra y piel.
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... y hoy mi velero está
intranquilo,
flanqueado por goletas que enarbolan
gallardetes,
pero yo marinero de tiempo y vida,
para hacerme a la mar,
tendría que romper cadenas,
desenredar mis dedos de aquella cabellera,
abandonar la
quietud de la mirada verde mar,
desechar la albura de sábanas limpias,
de caricias de manos
suaves y fuego de piel ardiente;
además de balancear entre tierra firme con sopa caliente
o
mar abierto con pescado frío.
Después de navegar cien mares,
completar mil calendarios y
deshojar la rosa de los vientos,
hoy ya no quiero sólo canto de sirenas;
quiero caricias,
calor y susurros reales de mujer.
Razón y corazón, ansiedad y sosiego,
locura y cordura, se
unieron en pacto solemne,
y si es necesario, muy a pesar,
quemaré el maderamen del
velero y guardaré las velas…
viviendo acariciado por mirada de mar tranquila
y navegando en tormenta de labios rojos;
hasta que llegue a buscarme esa sirena de un mar lejano,
que
en una playa quedó esperando,
y con las velas guardadas, como mortaja,
me conduzca a mi
tumba en lo profundo del ancho mar.