Palabras sinsentido y consentido

Vicente Herrera Márquez

 

Los bancos del andén no entienden de alegría o de dolor

En la plaza un coro de tulipanes canta una ronda para viejos,
que sentados miran como danzan laureles añosos con olivos imberbes,
reclamando sedientos e impacientes la atención del regador.

En las estanterías de la juguetería baila una muñeca con sonrisa fingida
y tras el mostrador la vendedora melancólica esconde una lágrima furtiva.

¿Para qué Los Beatles y Julio Iglesias le cantaran a esa joven de la disquería
si ella solo espera que llegue la seis de la tarde para partir?

Las camisas y otras prendas de la vitrina tienen precios inalcanzables
y sin embargo la tienda está repleta de compradores compulsivos.

Los tallarines de la tratoría de la esquina humeantes se enredan en un plato
y el repollo en chucrut parece que vocifera su bondad en alemán

El mozo corre entre las mesas con una maraña de pedidos en su mente,
esperando que el total de las propinas cubra el pagaré del colegio de los hijos.